miércoles, 30 de julio de 2008

Gaditano Veloso

Caminito del Castillo de San Sebastián, a uno le asaltan las dudas. ¿Se rajará Caetano antes de la meta? ¿Habrá más prejubilados en Cádiz al final de la escapada? ¿Moriremos todos? En fila india, con la entrada en la boca, guiñando un ojo a los pescaditos, disfrutando de la brisa marinera y la estampa caletera, ingresan tres mil tíos en la fortaleza musical. Al fondo hay sitio. Hay sillas para los paganinis y zona vip para los amantes del gañote vil. Nunca había visto que la zona vip estuviera en el quinto pino, sin posibilidad de escuchar y ver al artista en condiciones, pero hay gente pa tó y será mejor no ponerse cascarrabias y vivir el momento. Caetano Veloso en Cádiz, qué cosa más linda. Suavecito y pinturero. El precursor de la bossa nova, pionero del tropicalismo, canta a la libertad con magia y precisión. Su voz cristalina, rasgada por las cuerdas de su guitarra y mecida por el viento de Poniente, enamora. En lo mejor del querer, hermosura atlántica regalada de improviso, me dedico a delatar a artistas marcados por Veloso, encuentro ecos de Drexler, Páez, Guerra, tantos otros, que se miran al espejo esta noche.
Dicen que el Castillo, como recinto para espectáculos, se parece a una ratonera, sálvese quien pueda. En caso de emergencia, al agua patos, pero es lo que hay, no van a aparcar una zodiac en cada costado. Adentro todo se antoja bien organizado (otro gallo cantaría si un sieso prendiera un mechero, pensará el derrotista). Dos euros la cerveza, dos euros el bocata, dos pasos más allá nos topamos con Luis y Carmen, felizmente casados, y ya en la barra con un pirata de Martínez Ares. No podía faltar un pirata en la noche carioca, más adelante Veloso pondrá el acento en el Carnaval y el Fuchibol, religiones de ambas bahías, la brasileira y la gaditana. Gaditano Veloso alterna piezas muy conocidas con tributos a sus maestros y alguna sorpresa, como el Cucurrucucú Paloma, a su manera. Se le ve muy solito en ese pedazo de escenario, pero el gachó lo llena poco a poco con la palabra y esa musiquita luminosa que tanto gusta en esta tierra. El público, en su mayoría, rinde pletesía al cantante, escucha con atención, se deja llevar por el susurro o la voz rotunda, pero algunos irrespetuosos, acaso ajenos a lo que el músico brinda hoy a los sentidos, se creen que están en una barbacoa. En los alrededores de la últimas filas cuesta trabajo no mandar al carajo a alguien. Entonces se levanta un tipo, se dirige a un grupito que lleva un rato practicando la cháchara y los conmina a achantar la muí, pirarse a la barra o respetar al artista y a su público. El artista y su público se juegan la vida cada noche como para soportar ese ruidito de fondo insidioso, que viene de la desidia y la intolerancia, la ignorancia y el egoísmo voraz. Total, se van. Pero aparecen otros, en este caso dos matrimonios con su cubata en la mano y mil historias a viva voz. Ellas se muestran los megapíxeles del verano, todas las fotos del día, y ellos cuchichean no sé qué. No hay más remedio. Cuatro asesinatos con la mirada, dos o tres lindezas al aire, el que las coja pa él, un "¿por qué no se callan?" una hartá de desagradable ... y a juí. En eso, Gaditano Veloso sigue ahí, el tío, cantando bajito, qué bonito, hijo ...
La foto, publicada en Diario de Cádiz, es de Joaquín Hernández "Kiki"

4 comentarios:

Ignacio Lobo dijo...

Vaya tela...no entiendo a la gente que paga 40 euros para estar de charleta...

Yo estuve en primera fila... esperando desde las 8 en la cola. Charlando con un par de brasileños a los que les pilló el concierto de casualidad en España...

La verdad es que disfruté muchísimo, e incluso al final del concierto le pude tirar un disco al escenario...espero que lo escuche, aunque sea un ratito.

Y si se me permite ser picajoso... Caetano no fue precursor de la bossa, en todo caso heredero. Los que empezaron el cotarro fueron Moraes, Jobim y Joao Gilberto, de quien Caetano se declara admirador hasta la médula, y qué curiosamente, también es de Bahía. Qué tendrá esa región...

En fin, gran espectáculo, como siempre buen artículo... y ojalá vuelva pronto por estos lares.

Enrique Alcina Echeverría dijo...

Cómo me alegro de que lo pasaras tan bien, Ignacio, y además le lanzaste un disco, jajaja, genial ... yo también lo pasé de categoría, aunque seguramente menos que los amantes a la música brasileira como tú. Oye, quise decir precursor del tropicalismo, de la nueva música carioca, jeje, de hecho rindió tributo a sus maestros ... por cierto, me encantó tu disco, tienes algo de Veloso también, ehin? Un abrazooooo

Anónimo dijo...

Querido Enrique,

Muy cerquita de donde estábamos nosotros sentados pasó algo parecido. Un grupito de gente no cesaba de reir en varios momentos del concierto de Caetano. Cosas de la ignorancia musical, supongo. Algo parecido debía ocurrir en la zona VIP, allá arriba, donde Veloso se escribe con B y el tropicalismo es una marca de zumo. Bromas aparte, disfrutamos de un concierto inolvidable. Caetano es grande. Es un poco Dylan también, un revolucionario que conoce a fondo la tradición musical de su país. Ojalá escuche el disco de Ignacio Lobo que asume ejemplarmente la herencia de los maestros. Nada más, amigo. Felicidades, como siempre, por la crónica y por citarnos al lado del pirata Martínez Ares.

Enrique Alcina Echeverría dijo...

Grande Veloso, muy grande, Luis. Una noche memorable, vaya veranito que llevamos, ehin?
Sin ánimo de comparar, y asumiendo lo que dices sobre Dylan y Veloso (dos revolucionarios a partir de la tradición), apuntaría varias consideraciones al vuelo. Veloso cantó de categoría, solo ante el peligro. El fuerte de Bob no es la voz, pero su banda sonó engrasada y magistral. Veloso seleccionó un repertorio impresionante. Dylan también, pero de modo más errático, moldeando los temas a su antojo. Me gustó más Dylan, pero no soy nada objetivo, reconozco que técnica y emocionalmente Veloso se mostró impecable, insuperable, pero los tres o cuatro momentos de Dylan me valen pa tol año: sus claroscuros, también. La noche de Veloso, como la que viví en torno a Lou Reed días antes en Málaga, me vale pa toa la vida. Y es que Dylan me parece tan cercano, y por supuesto más escuchado que el brasileño, que ya sueño con verle otra vez pa que me cautive, me decepcione y me provoque mil sensaciones.
En cuanto a los de la charleta, irán por ahí diciendo que el concierto estuvo de pm y bla, bla, bla ... Un abrazoooo