miércoles, 24 de septiembre de 2008

Un mojón en la escalera

Cosas de vecinos. El otro día apareció un mojón en la escalera. Olía pa to sus muertos. La gente pasaba. Qué pestazo. Vaya mierda de día. Nadie movió un dedo durante horas. Normal. Cualquiera se acercaba al lugar del crimen. No vamos a entrar en detalles morfológicos, que se te va a atragantar la tostá. Pero vamos, grandiosa la cagada, una cagada de perro en condiciones, de pastor alemán parriba. ¿Quién ha sido? Yo no ha hesho. Silbemos el Puente sobre el Río Guay. Disimula, Jacinto. Al cabo de la tarde, ya con las pituitarias pidiendo socorro o anestesiás, alguien colgó un cartel en el descansillo de la escalera. Como vivimos en el bajo, presenciamos el espectáculo en primera fila. El cartel decía algo así como "límpialo, guarro", en tono desagradable e imperativo. Anónimo gaditano. El reloj apenas marcaba las horas, el cartel hizo efecto, al fin, a la noche. Otro vecino contestaba, esta vez con boli rojo, al manifiesto endiñado con letras de ordenador. Yo no ha hesho, bla, bla, bla, cobarde, nos veremos en la calle, te voy a partir la cara, atentamente suyo, el capullo del quinto. Silencio en la sala. Chitón hasta hoy. La gente pasa y se mira de reojo, musita algo sobre el tiempo y hasta luego, Lucas. Por bajini nadie sabe lo que esas boquitas pueden largar sobre sus vecinos. El presidente de la comunidad, que es mi padre, también nuestro vecino de arriba, pondría paz si fuera necesario, gracias a su talante y sus dotes expresivas. Como buen gaditano, al presidente le gusta hablar fuerte en medio de la escalera, a ser posible con las puertas abiertas de par en par, y conoce al dedillo la vida y milagros de sus prójimos más próximos. Ya sabremos quién se ha cagao. Por mi pare que el gato ya lo sabe. Tenemos un gato callejero, adoptado sin papeles ni ná. Nuestro gato es sociológico, retrata a todos los personajes del bloque, igual que el mojón pero bastante más aseadito, pues el gato viene por la mañana a lamerse las heridas y tomar el sol, a dormir la mona y a descansar tras relajar el cuerpo y la mente, a contarle sus batallitas al mundo cuadrado. El gato, de quien se ha encariñado una vecina que le sirve comida todas las noches y le deja entrar a casa a ver la serie de la Primera, ha provocado sensaciones dispares. Unos lo ven necesario porque trinca los ratones al vuelo y se los papea en el jardín común. Otros se lo echan a sus niños pa que hagan barbaridades con el pobrecito, que menos mal que de tonto no tiene un pelo. El gato se cuela por las rendijas, por las ventanas, por la puerta cuando alguien se despista. Otros se han ofrecido ya pa pegarle un tiro y zanjar la cuestión con su "mejor" intención. Otros temen que su perrito faldero reciba un gañafón, un arrepellón o algo. Y otros pasan. Esta mañana encontramos al gato en el sillón del lugar de trabajo jugando a la pleyesteichon. Un día traerá a los amigos, malas compañías que paran ahí detrás, tras los matorrales, al borde de la ciudad, y montarán un guateque. Queda invitado el perro que se cagó en la escalera. Mientras tanto, suena la pieza de Sui Generis, que cantase también Tequila: "Mister Jones abrió la puerta, vio a su madre recién muerta, y la sangre en el chaleco se limpió. Guardó a su madre en el ropero, le puso más leña al fuego, y el invierno muy crudo se avecinó. Llamó a su esposo y le dijo: Mamá está muerta en el ropero, por supuesto yo la asesiné. Ella puso mal la mesa, le hundí un hacha en la cabeza, y la sangre el tapizado me manchó. Y Mister Jones trabajaba, y su esposa asesinaba, y los chicos correteaban por ahí. Se comían los pajaritos, los perros y los gatitos, y otros bichos que vagaban por ahí. Y llegó la Policía con dos carros y un tranvía, para toda la familia encarcelar. Yo no sé por qué sargento nos lleva al destacamento, si somos una familia muy normal, bom bom bom, si somos una familia muy normal".
Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Joder, qué descojone, Enrique!
Todo un clásico el mojón en la escalera... como un amigo mío que le plantó al compañero de habitación (residencia univ.) un "regalo" en el escritorio al volver beodamente.
Saludos.

Anónimo dijo...

ERES LEJOS EL MEJOR !!!!..Escribes la vida misma
ESTA GENIAL !!!....

Te quiero mucho !!!

Enrique Alcina Echeverría dijo...

Gracias, estoy un poco escatológico últimamente, pero prometo que lo relatado es casi casi cierto, mera coincidencia con la irrealidad. Un mojón ha desatado la guerra fría, se avecina la mundial. En cuanto a esos regalitos universitarios, me sé otros igual de apestosos, jaja, por no hablar de las novatadas salvajes, yo las sufrí precisamente en su último año de vigencia, cuando me tocó venganza las prohibieron jeje. Un día habrá que contar grandes putadas de aquellas, yo me paseé por la Gran Vía en calzoncillos, vestido de indio, con la papelera en la cabeza, nos metieron en una discoteca y a bailar, y a hacer flexiones, no veas qué vergüenza. También nos quitaban el colchón, la ventana del cuarto y casi la dignidad, pero lo mejor era reírse de ellos, se ponían furiosos, jajaja, sobre todo cuando te metías sin rechistar en la ducha a las dos de la mañana. En fin.
Muchas gracias a anónimo o anónima, pero no conviene abusar de la palabra genial, que se desgasta, jeje. Yo también te quiero mucho, aunque no te conozca de ná ... o si?

Anónimo dijo...

Quillo, la escalera esta de la foto ¿no será una infravivienda? ¿Esta escalera está en cádiz city? Porque en Cádiz sí que hay escaleras que son un auténtico mojón donde es fácil descalabrarse. saludos.

Enrique Alcina Echeverría dijo...

Noooo, Santi, la escalera es del google, jejeje, pero le damos mil duros a quien encuentre el mojón jejeje ... es verdad, e, Cádiz hay escaleras que son una mierda, los asustaviejas saben mucho de eso ... saludos lluviosos !!!