sábado, 18 de octubre de 2008

El hombre que nació futbolista

A don Manuel Bueno le llaman Manolín hasta en su casa. "¡Manolín, al teléfono!" "Toda la vida fue así, si me llaman Manolo ni vuelvo la cara", comenta el eterno extremo zurdo, medio siglo después de su debut con la casaca amarilla y a unos días vista de la inauguración de la primera peña cadista consagrada a su memoria. Manolín Bueno, por si no lo sabe, nació en el estadio de la Mirandilla, creció en Carranza y ejerció de futbolista precoz, embajador gaditano en los Madriles de uno de los mejores conjuntos de la historia del balompié, el Madrid de Di Stéfano, Puskas, Gento y compañía. Manolín nació literalmente futbolista. Su padre fue glorioso guardameta y conserje de ambos estadios. Curiosamente, uno de los mitos cadistas por antonomasia no llegó a jugar una temporada completa en el club de sus amores, se lo disputaron los mejores clubes de la Piel de Toro y acabó jugando a la sombra de la Galerna del Cantábrico.
Cincuenta años atrás, con diecisite primaveras, Manolín ya sabía lo que era alternar con la primera plantilla. "Mi padre pidió al entrenador, José Sierra, que me alinease de una vez, pero el míster le contestó: ¿Cómo voy a ponerle, si pesa 57 kilos? ¡Lo van a matar! Y mi padre contestó: Pues que lo maten, pero es mi hijo y ya es hora de que juegue". "Por entonces yo no era extremo izquierod, sino que me estrené como interior. Me marcó Montejano, que llegó a jugar en el Cádiz cedido por el Madrid. Perdíamos cero a dos, pero Bolea marcó el primero y yo hice el segundo tanto y a punto estuvimos de remontar el partido. Desde entonces, no dejé de jugar. Yo creo que nací jugando al fútbol ..."
Años antes, Manolín llegó a probar con el Sevilla. "Salí de gira con el Sevilla de Diéguez, Campanal, Ruiz-Sosa, el mejor Sevilla de todos los tiempos, donde destaqué y fueron a ficharme, pero volvieron a decir que era muy chico -fíjate tú, resultó al cabo de los años que los chicos son los buenos- y además me perjudicó la alergia". Alergia al fútbol de patadón y sin talento. Alegría de vivir con una pelota cosida al pie izquierdo. Manolín, ya en el 58 de Pelé y Garrincha, se estaba comiendo un bocadillo en la puerta de su casa, en el mismo corazón de Carranza, cuando el presidente Vieira le instó a jugar el segundo tiempo de la presentación del Cádiz ante el Rapid de Viena. El rápido de Cádiz contra el Rapid de Viena. "Me fichó el Cádiz, pero muy pronto terminé en el Madrid, tras recibir ofertas del Barcelona, Valencia, Sevilla, Español ... Acabé en el mejor equipo del mundo, una selección mundial"
Llama la atención que el genial futbolista gaditano no haya derivado su fiebre por el balón bajo el taquicárdico banquillo. "No era lo mío. Me saqué el carné de entrenador de Regional, pero no avancé porque me pusieron pegas, llegaron a ponerme trabas hasta en el aspecto técnico, y me aburrí. Además, soy demasiado blando como persona y demasiado exigente como deportista". Precisa definición.
Bueno reivindica al futbolista de calle en detrimento del jugador de laboratorio. "La calle supone la enseñanza más grande para todo tipo de profesionales, pero en el fútbol, con más veras. Hoy salen casi todos iguales. En la calle se aprende la picardía, se aprende de los mayores, de la gente que viene de vuelta. Hoy, los niños de hoy en día, aprenden de la tele cómo quitarse la camiseta o la mejor manera de tirarse al suelo para fingir una falta, pero yo aprendí de todo en mi infancia". Y en su frenética y emocionante juventud supo nadar y guardar la ropa. Dicen que invirtió el dineral que ganó en el Madrid con astucia e inteligencia. "Ahorré, no gasté el dinero a lo loco en mi época de eufórica juventud. Compré unas cositas y de ahí vivimos. Siempre me fié mucho de mi familia, de los consejos de mi padre". Otros no tuvieron la misma fortuna. "He vivido en un campo de fútbol, he visto tantas cosas, he visto a jugadores de gran categoría tener que pedir favores, así que grabé la lección en mi mente para que no me ocurriera a mí".
En sus tiempos de madridista, trece años en las filas merengues le valieron para obtener el honorífico título de leyenda blanca pese a toparse con Gento en su camino, Manolín conoció a grandes figuras del fútbol y del arte, del toreo y del cine. Amigo de diestros como Bienvenida, Vázquez, Antoñete u Ordóñez, aprendió de la vida a toda velocidad. Pero nunca olvidó sus orígenes. "De cinco mil pesetas que ganaba, dos mil iban para mi familia. Hoy, los chavales se compran un descapotable sin poder pagarlo y, en algunos casos, maltratan a sus mayores". Manolín se educó como persona y futbolista en dos estadios señeros, y ahora vive en la calle Ceuta, qué curioso, el último rival de los amarillos, y para mucho en la Escalerilla, reducto de legendarios cadistas y cadistas por venir. Manolín, lo mismo elogia a un veterano que saca pecho por un chaval como Fran Cortés. "Fue uno de los mejores del domingo".
Manolín Bueno disputó 243 partidos con el Real Madrid, más de la mitad de ellos amistosos a campo lleno. Gento no pillaba ni un mísero constipado, pero Manolín logró 8 ligas, dos copas de Europa, dos copas, una Intercontinental, y firmó 68 goles, amén de vestir la camisola roja internacional. Numerosos clubes del mundo pujaron para hacerse con sus servicios, pero Bernabéu prefería tenerlo de suplente de lujo que verlo jugar en otro equipo. Por entonces no había cambios, y los clubes ejercían con cierta crueldad el derecho de retención. Pero Manolín Bueno recuerda con orgullo su paso por el Madrid más glorioso y compartir vivencias y carreras por la banda con monstruos como el recordado Pancho Puskas.
Medio siglo después, Manolín disfruta con el Cádiz de sus amores, con los veteranos del club, da gracias a la vida que tanto le ha dado y disfruta con las victorias del Cádiz. "El otro día, al salir del estadio, escuché a un aficionado decir que no le importaba jugar en Segunda B si lo pasaba fenómeno con el Cádiz. La gente está satisfecha, vienen los goles, los chavales contraen la ilusión de ver jugar bien al fútbol". Y habla de la banda de Enrique y Cristian, que corren por su casa; del gran Fleurquin, el mejor fichaje del año, que "parece mejor en Segunda B porque se notan más las diferencias", y de la serenidad y experiencia de Toedtli, "mira cómo para la pelota, cómo elige el mejor pase". Con las hechuras que tiene, y la cara de una vieja, "nos va a dar un año de grandes alegrías", vaticina una de las leyendas más preclaras del cadismo. Manolín guarda cientos de recortes de prensa, cincuenta años de artículos sobre el eterno extremo zurdo que un día, cuenta entre sus mejores batallitas, jugó en Chile un amistoso en las filas del Resto del Mundo. Manolín contra el Resto del Mundo. Más Bueno no lo hay, siempre persona, siempre futbolista.

Octubre 08, Deportes, Diario de Cádiz

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