martes, 15 de septiembre de 2009

Orígenes del Submarino Amarillo, principios del cadismo

Una cuestión de principios. Y de finales. El cadismo siempre tuvo sus principios. Y sus desenlaces. Los orígenes del Cádiz se remontan al capricho o al azar. Con el presunto centenario a la vuelta de la esquina, y la incertidumbre de quien no sabe si sube o si baja en la escalera del deseo voraz, no conviene dar muchas vueltas a los papeles, ni a los vientos que barruntan días dispares, ni al propio amor por los colores del sol amarillo con calzonas azul marino. Los principios del Cádiz resultan inescrutables, como los destinos del Submarino, no tan opuestos a otros clubs hermanos andaluces. Nacidos para sufrir, la paradoja de un deporte creado para la diversión y abocado a convertirse en ocio del pueblo, religión del siglo XXI, la excusa y la razón de ser, una de las tres patas del triángulo mágico, principios y finales del gaditanismo. Pura novelería. Cádiz nunca vivió ajena a la novelería, y en verdad la historia escrita cada lunes a viva voz da un poco por los anales a la enciclopédica existencia del club en busca de un nombre y un estadio, la identidad y los principios.
Hay mil Cádiz y un denominador común: el lenguaje. Tropecientas ciudades de la luz inmersas en el mar antepasado y otras tantas maneras de entender la vida. No cuadran las cuentas, pero qué importa. Dicen que el primer gol del Cádiz CF lo anotó el gran Camilo Liz, el gallego más influyente en la historia del fútbol gaditano, descubridor de Mágico González, que se marchó este verano al cielo azul y amarillo. Fue el 15 de enero de 1939, a pase de Díaz, con la derecha, ante el temible Sevilla de los Stukas, tres años después de la transformación del CD Mirandilla en el Cádiz de las actuales entretelas. Nadie se pone de acuerdo en torno a los primeros pasos del Submarino, la gran incógnita, misterio por resolver de antes y después de la Guerra, pero la Federación Española de Fútbol reconoce los orígenes del club en 1910, más bien los orígenes del fútbol en Cádiz y la afiliación en el Gobierno Civil de los primeros equipos del emergente deporte que llegó en barco hablando inglés. Guachisnais Club de Fútbol 7; Futuro Submarino 0. Antes incluso del Segundo Puente, cuando la Pepa sólo contaba con un siglo de vida. A pique de un repique del olvido.
El primer Cádiz de la posguerra, que perdió contra el Sevilla por 2-5 en la Copa Andalucía, formó con Pinilla, Núñez, Soto, Cordero, Bohórquez, Mateo, Camilo Liz, Luis, Roldán, Caqui y Espinosa de los Monteros. Pero el primer equipo de Cádiz que fomentó el deporte del balón con sus sonados triunfos se llamaba Español de Cádiz, primer campeón de Andalucía en 1916, cuando no había rotondas ni teléfonos celulares. Más de treinta futbolistas figuraban en la plantilla gaditana, por entonces los planteles no eran fijos. El Español se trajo el trofeo, pasó por encima de Málaga y Huelva y nació la madre de todas las mareas amarillas, cientos de cadistas, más bien españolistas de Cádiz, viajaron a la remota Sevilla, ciento y pico de kilómetros de larga y azarosa travesía, y medio Cádiz recibió a la postre al equipo en la estación de tren, a años luz del soterramiento que enterró el tren del gol y convirtió la alegría en una terminal de lejanías.
El Español se constituyó en el Once del siglo precedente, y el Mirandilla el Dieciséis, para tormento de historiadores, aunque ya funcionaban por entonces el Cádiz Sport Club y el Cádiz Balompié, amén de un rosario de entidades de mayor o menor trascendencia. El Mirandilla fue el primero que lució los colores de arena y sol, y el Español, el equipo que se las tuvo tiesas por vez primera contra el Jerez, en la Copa Spencer. El Español tuvo que retirarse de la competición andaluza en la campaña 17/18 por mor de una epidemia de gripe de verdad, y no una pandemia paranoica con ínfulas de negocio redondo farmacéutico como la que amenaza con resfriar a medio planeta gaditano en estos tiempos de marcha atrás, gripe a en la segunda a. El Español de los principios del Cádiz recibió tro golpe durísimo cuando los jerifaltes del fútbol, por entonces ya un poco mafiosillos, dejaron fuera al club gaditano del primer torneo de liga nacional. El Español no figuró en Primera, ni en Segunda, y cayó en desgracia. Numerosas cartas al director porfiaban en el Diario de Cádiz en torno a la situación actual y el porvenir del club de fútbol, todos clamaban justicia y unidad y lamentaban que Cádiz era la única capital andaluza sin club en primera línea de fútbol y sin un estadio en condiciones. Muchos años tardó el Cádiz, o como se llamase, en hallar un estadio en condiciones, el peregrinaje resultó costoso pero entretenido, cosas del destino, vivir para sufrir, hasta aquí hemos llegado.
En los albores del siglo nuevo, en la soledad del mundo tecnológico, caen por su propio peso los tópicos alrededor del destino y el sufrimiento. Ahora que el Cádiz pretende estabilizar su trayectoria tras el puro vaivén de los últimos años, Submarino con más veras, conviene mirarse en los historiales de clubes hermanos para sostener que nada es lo que parece y que nadie es mejor ni peor que nadie. Y que todos han pasado por sus principios, sus finales y sus tormentosos periodos de escasa fertilidad, por así decirlo. La histora cadista queda clara, todo el mundo la lleva grabada en la mente con sus cambios de humor intempestivos, sus glorias y miserias, pero en otros lugares cercanos también conocen la oscuridad. A saber.
El próximo rival, el Córdoba, vivió sus mayores alegrías entre el 62 y el 69, en Primera División, pero en la ciudad lejana y mora nadie olvida la Tercera del 84 o la Segunda B entre el 85 y el 99, toda una generación en el Pozo.
El Betis, por su parte, conoció la Tercera entre el 47 y el 54, y la Segunda más reciente, del 91 al 94, mientras que el Recreativo de Huelva pasó fatiguitas en el fondo del mar, del 40 al 57 y del 68 al 74, por no hablar de la década de los noventa, que pasó practícamente en Segunda B. Sin gripe B.
En fin, los principios del cadismo exigen fidelidad, humildad, paciencia, amor al fútbol bien jugado, ganas de cachondeo, un poquito de "tricnina" y el punto de escepticismo combinado con la fe ciega que baña esta tierra desde que los fenicios instituyeron el primer día del club.

Septiembre 09, Deportes, Diario de Cádiz

3 comentarios:

Charo Barrios dijo...

alcina: después de leerte, me siento más orgullosa de ser cadista. ¡qué buen texto!
No hay quien te gane como cronista del Cádiz....

Enrique Alcina Echeverría dijo...

ese Cádiz, Charo !!!
Muchas gracias, nadie es mejor que nadie, como cantaban los últimos de la fila, pero a ver si ganamos un partido ya, que sea en Alicante, donde bajamos en aquella funesta tarde, salud !!

cadistas1910 dijo...

Nos encanta tu blog y tu forma de escribir Enrique
Un humilde saludo desde cadistas1910