miércoles, 20 de enero de 2010

Miedo a la libertad

"Ese arte puro y chabacano". Curioso piropo chirigotero. En el Falla se escucha de tó. Ya se sabe que en Cádiz las palabras bailan, así bailan los palabros gaditanos, y sus aparentes significados cantan por martinetes, a golpes y "rempujones". La surreal academia de la lengua gadita lo admite casi todo, y muere por una buena "metánfora", Martínez Ares dixit. Si Martín es el Serrat nuestro de cada día, Aragón parece el Sabina carnavalero, especialista en hermosas paradojas, arte exclusivo, a veces barroco, a veces clarito y transparente.
Bohemios de colores. De primeras, las exuberancias vocales dejan oír algunas perlas de la literatura aragonesa, que viene afilada esta temporada de lluvias. "Con lo chunga que está la vida y la gente callá". La crisis de los cobardes. Y "la tumba en la cuna de la alegría", concurso nacional de canto timbrado, "concurso de letras lloronas", ná más que tragedias en el Falla, que "huele a hospital y no a vino". Entre las melodías encadenadas del pasodoble se asoman ecos del pop de los años sesenta y, a la segunda de cambio, la tragedia, noticia de pescadores secuestrados en Somalia que desemboca en la moraleja del año horrible: "¿A mí quién me libra de todos estos piratas?". No lo dice, lo deja a libre interpretación: usureros que triplican sus bastardos intereses y cobran comisiones por la ayuda a Haití, por ejemplo. Piratas sin pata de palo hay tela, para varios repasodobles. Aragón reflexiona luego sobre una gran verdad, tal vez la clave de la crisis de cobardía de este siglo: "Nadie sabe qué hacer con su libertad", el lujo de la libertad. "El miedo a la libertad nos impide ser libres". Magnífico libro, por cierto de un tal Eric Fromm, un tío que escribía comparsas en los años cuarenta, psicosociología de andar por casa. Ideal para estos tiempos de autoayuda carnavalesca. Abstenerse fanáticos.
Las pioneras no tienen miedo, en cambio, a la hora de cantar a la pobreza, a la ciudad de la sonrisa forzada, tacita de lata, y a usted, "que sigue de espaldas, mirando al puente".
Los taxistas del Canijo bordan la primera carrera de la noche con otro sello personal e inconfundible. Mil imágenes por minuto, más palabras que dibujitos animados y un pasodoble contundente sobre el "cinismo de la deuda histórica" que Zapatiesto quiere pagar en especias, en terrenos, y no en parné cantante y sonante. La chirigota torna el himno andaluz, como hizo Aragón diez años atrás con los Yesterday, y denuncia la Andalucía "libre de mentes inteligentes", "la última mierda", porca miseria, aquí se llevan cosquis doña Teo, Zetapé o Chaves, sin contemplaciones. La comparsa cordobesa habla sin tapujos sobre el cortijo de los rosales socialista, aunque antes, mucho antes, los taxistas juegan con el ingenio genuino. "¿Lo ves? Sevillano tenía que ser". Por cierto, el Canijo no debe tener miedo a la libertad, ni a los maestros de la literatura, ni a los cosquis de la frontera, pues insiste en su guasa con los jerezanos con equis y los afilia a la cofradía del descendimiento. Cuidao con el bumerán. Gorosito, líbranos del mal.

Enero 10, Carnaval, Diario de Cádiz

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