sábado, 27 de febrero de 2010

La síntesis de Cádiz

El presidente del Pentágono del Carnaval no desea que el Doce se convierta en "una fecha para maldecir". Miguel Villanueva se moja, como las coplas más comprometidas con el medio ambiente, que esta semana se han empapado en el estricto sentido del término. Agua. Doce. Ilusiones y realidades. Como cabeza visible de la Asociación de Autores de Carnaval, este profesor, estudioso de la fiesta, alma mater de los míticos Dedócratas y mil cosas más, lamenta que las entidades implicadas en el Bicentenario aún no han contado con las voces creativas de la fiesta genuina de Cádiz, reducto verdadero de la libertad de expresión, heredera del espíritu presuntamente tolerante y abierto del Cádiz de las Cortes, nada que ver con el Cádiz de los Cortes de carretera y de luz. "No nos han llamado. Sé que la alcaldesa tiene mucho interés en guardar buena relación con nosotros, pero prescindir de los representantes del Carnaval, o ignorarlos, o no sacar rendimiento de un buen entendimiento mutuo, significaría un error gordísimo o una evidente falta de audacia o de tacto. Hablamos en nombre de 353 afiliados gaditanos, en nombre de la creatividad", sugiere Villanueva. Al otro lado, los del Consorcio "sólo han contado con nosotros una vez y poco más". Pregunta al aire el presidente de los autores: "Hasta ahora, ¿qué han aportado los miembros natos del Doce?"
Del Museo del Carnaval, ná de ná, unas cuantas prisas al cabo de siglo y medio y toda la pinta en convertirse en el Museo del Ná, célebre en Cádiz por su inmenso vacío existencial. "No sólo hace falta dinero, el contenido del Museo depende de nosotros, que estamos dispuestos a contribuir", pero de momento, ná de ná.
Los Autores pretenden organizar un gran Congreso de Carnaval, de ámbito latinoamericano, durante los fastos del Doce. La asamblea lo decidirá, un dedócrata como Villanueva lo antepone todo a la decisión del colectivo. Y advierte que "si los políticos de ambos signos no cuentan con nosotros, será una cosa del género tonto". Y se decide a plasmar unas cuantas consideraciones personales en torno a la conmemoración de La Pepa. "Que no se convierta en una fecha maldita, que no sirva para estropearnos la ciudad de Cádiz. El Castillo de San Sebastián no se puede alterar de cualquier manera, ni su estructura, ni su valor ecológico, ni el encanto de La Caleta". Con La Caleta hemos topado. "No se vayan a equivocar", tercia Villanueva en torno a algunos de los proyectos vinculados con el Doce, el fin del mundo. "Todo el mundo quiere el nuevo puente, pero si no se perjudica al peatón con otros proyectos como el tranvía hasta el casco antiguo. El tranvía debe quedarse en la Renfe, como máximo. Costó mucho trabajo quitar el tranvía en años pretéritos, más vale no recordar los peligros y las molestias que entrañaba. No me opongo al tranvía por la Bahía, pero sí al tranvía interior. Aquí todo el mundo quiere jugar a costa de Cádiz. Con lo bien que se llega a todas partes caminando, por la parte de intramuros". Villanueva, de todas formas, sospecha que algunos proyectos cruzados y entreverados se presentan o se rechazan con tal de "molestar al adversario político".
Para relajar un poco la cosa, mejor echarse un cantecito por infraestructuras. Villanueva se las sabe todas, las coplas del pasado siglo, y rememora un par de letras jugosas. Cañamaque escribió un pasodoble en los años veinte en torno al tranvía, algo así como "vaya un equipito que tenemos aquí, que la vía del tranvía no la quita ni pa Dios". Y el mismísimo Paco Alba fue precursor del soterramiento, apostó en un popurrí por trazar "las vías del tren cerca de Puntales, donde el puente, e irá una gran avenida en vez de un pedregal". Coplas para ver llover sobre mojado.
Los Autores del Carnaval gaditano se anticiparon al Doce hace tiempo, cruzaron el charco, se hermanaron con el fraternal Carnaval de Montevideo, con la mexicana Veracruz, con Tenerife y Huelva, con Cuba y pronto con Barranquilla. "Fuimos por delante de los políticos", igual que la comparsa Araka La Kana, de Juan Carlos Aragón, cantó por delante del acento ríoplatense y estrechó lazos de unión. Hasta el Diario Oficial uruguayo, el Boea de aquellas tierras, presenta este mes una foto de Julio González en su portada. De ahí que Villanueva considere que "hay que contar con todos los estamentos gaditanos con suficiente peso cultural de cara al Doce; ya que hemos llegado hasta aquí, que sea un éxito y tenga prolongación en años sucesivos". El Doce más Uno y siguientes, si no triunfa la profecía.
Libertad de expresión de boquilla. "Hay mucha libertad de expresión de mentirijilla" en la cuna de la libertad condicional. "No sólo tiene derecho el periodismo a practicarla", indica Villanueva. "Hay que practicarla a diario, escribiendo y escuchando". Hay que ganársela a diario. Lástima que muchos predicadores compren ahora baratito los silencios con cuotas de chunga vanidad. Libertad, es verdad, la libertad de La Pepa y compañía. La libertad de equivocarse, la libertad libremente entendida, "el candado mohoso de mi amigo Luis Quintero, que además fue alumno mío y es un tío puntero, no pega ni con cola junto a la plaza España", opina Miguel en torno a la imagen nada dieciochesca impuesta en las calles gaditanas. Cree que el gorrión de Puertatierra no se ha valorado en su justa medida, y a vueltas con la libertad de expresión, consagrada en la Constitución de Cádiz, sostiene que se habla de ella a conveniencia, se secuestra en otras ocasiones a capricho o se cercena con excusas. "El pueblo por un lado y los políticos por otro". Bonito lema pal Doce y consecutivos. "Lo importante es lo que se dice, no quién lo dice". Equiricuá.
Villanueva ha analizado las letras del Carnaval gaditano hasta de canto, así que nadie como él para fijar la relación del Carnaval con el espíritu del Doce. "No hay ciudad más española que Cádiz", rubrica. "Cádiz siempre ha sido la síntesis de todas las Españas posibles, el amor a la patria muestra aquí todos los colores. La Pepa ha quedado tan impregnada a los gaditanos que las letras del Carnaval aún rezuman españolismo puro hasta en el caso de los autores más ácratas y rebeldes. No se menosprecia a vascos y catalanes, qué va. Aquí los vascos siempre han contado con mucho cariño y aprecio, no en vano levantaron los astilleros. Aquí se canta a la unión de España por puro amor al terruño, a la patria chica, y a la grande. Ha ocurrido en todas las épocas, y no sólo en los años del franquismo. Las letras del Carnaval guardan auténticos tesoros y muestran la posición del gaditano ante el mundo". Villanueva recuerda ahora "las letras de la dictadura de Primo de Rivera, que eran muy fuertes, como aquella copla en la que se decía, sin vergüenza de ser español, que iban a los toros de El Puerto mientras corría sangre española por los campos de Melilla". A veces, estribillos, latiguillos, frases hechas o subrayados vocales se utilizan como recurso para enganchar al público, y las letras admiten varias interpretaciones según la calidad de la intercomunicación, admiten susceptibilidades, filias y fobias, y recuérdese que se escriben para ser cantadas y escuchadas en un contexto determinado". A veces acusamos a ciertos letristas de pecados propios y vergüenzas ajenas.
Mucho rollazo histórico con el Doce, muchos mitos y leyendas, pero la Constitución de Cádiz de 1812, remarca Villanueva, "no fue capaz de abolir la esclavitud, por ejemplo, ni concedió derechos fundamentales a la mujer", por citar un par de avances aún lejanos en el tiempo. "Se avanzó mucho, cierto es, perola esclavitud no desapareció hasta finalizada la guerra de Cuba, aquí en Cádiz, durante el Doce, vivían más de dos mil esclavos, que servían en casa privadas, para la iglesia o los militares".
Llega "la excusa del Doce, como fue la Expo 92, aunque con la mala fortuna de la crisis económica y de que llegamos tarde, sin planificación política ni excelentes miras, pero ojalá todo salga bien. Me conformo con que Cádiz cuente con el segundo puente, el Ave o lo que se le parezca, un lavado de cara de la ciudad y algo más. Pero como no se pongan al día ... "vamoavé".
La conversación deriva a lo puramente carnavalesco, si doña Cuaresma lo permite, y Villanueva ahonda en el doble sentido, el espíritu "educado y respetuoso" del público gaditano y también en el peculiar cambio de humor de esta tierra, que puede levantar o hundir un personaje o idea en cuestión de minutos, horas o días: "Aquí pasamos del "Viva el Papa" a "qué extraño el Papa" y luego a "meterse con las castas del Papa", dicho finamente. Carnaval como "caja de resonancia", "Cádiz no cumple años, cumple Carnavales", "todo se transforma", la dignidad en continuo proceso de reconversión, las coplas "igualan, equilibran clases sociales, la playa y el carnaval igualan a la gente, lo mismo que el lenguaje", humor con denominación de origen, "la carga que llevan las palabras" y el énfasis de la risa.

Febrero 10, Cádiz 2012, Diario de Cádiz

2 comentarios:

Enrique Alcina Echeverría dijo...

He borrao los comentarios, lo siento por quien haya escrito algo juicioso sin insultar, porque incluían referencias personales sobre gente que no puede defenderse, casi todas ellas vertidas desde el anonimato. Aquí no estamos para duelos al sol entre bandos irreconciliables, ni para broncas estériles. Cada uno lleva su razón, o no. Pero me niego a que este blog sirva de plataforma de intereses o de peleas de gallos, esto es lo que hay. Valen las críticas, no las descalificaciones, pa querellas están los juzgados ... Salud.

Carnavalero dijo...

Gracias