viernes, 15 de abril de 2011

Método para alargar la pena

Ya vale. No manden más propaganda. No quiero alargar mi pene. Ya voy bien despachao (?). Estoy contento con mi hermano pequeño Esteban, como llama el gran Antonio Reguera al susodicho. Tengo confianza con él. Me da las alegrías justas, ejem, no quiero alargar mi pena, ya pasó la época del estirón. Mira cómo está todo: cortito con sifón. En algunos bares han adelgazado hasta los vasos de café y tente tieso. A la vuelta de la esquina han cerrado cuatro negocios, uno, dos, tres y cuatro, pero el centro de depilación y rayos solares está hasta la bola. Viene la Feria, la playita, viene un niñato con un bmw, momento insultante. Las penas con pan son menos penes. A propósito. Pc City, a la calle; Timofónica celebra sus beneficios con otra linda prejubilación en masa, por el sur todos cantamos la célebre pieza de Mocedades, Eres tú, algo así Eres tú, y los políticos siguen adornando la escena con gruesas mentiras, cuentos chinos, trabajito de orfebrería. Ya es tarde para hablar de ética. Ruedas de prensa sin derecho a preguntas, con los terroristas financieros no se negocia. O sí. La princesa luce estilismo en el país de los diez minutos, con la que está cayendo, y el personal parece entregao. Ahora hace falta compromiso. Hace falta valor, ven a la escuela de calor. Posdata: en Chile, la Bonoloto adopta el curioso nombre de La Polla, con perdón, así que lo primero que hace un turista español es colarse en una administración de loterías, a ver si le tocan La Polla, qué gustazo, ío. En cambio, por estos lares estamos ya hartos de que nos toquen el miembro, entre unos y otros, pero morimos por una primitiva, aunque sea sin bote.

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