lunes, 18 de abril de 2011

Tengo una noticia buena y una mala

Ni Barsa, ni mucho menos Madrid. Ni Psoe, ni mucho menos Pp. Ni Cristiano, ni protestante. Ni bien, ni mal, sino todo lo contrario. Ambas almohadas, si acaso. No quedan dilemas. Ni siquiera sospechas. Matan la duda a cañonazos. Siembran rencores a pelotazos. Venden su alma a bajo precio. Y la del prójimo, si se escantilla. Cenizas en el aire. Pirulís de la Habana. Semana de diez días. La política de recorte de gastos elimina la Madrugá de un plumazo. Tengo una noticia mala y una noticia buena. Elige la peor. Juégate la vida a penaltis. Mira la vida en alta definición. Bífidus interactivo, pa cagarse en las castas de quien asó la manteca del bipartidismo eterno y voraz. A veces resulta saludable conceder la razón al enemigo, Es decir, dejar de mirarse el ombligo un ratito. Disfrutar de la derrota. Romper todas estas frases hechas en trocitos microscópicos y tratar de recomponerlas de otra manera, embarcar la pelota hasta mañana, ea, y soplar bien fuerte, como el viento remolón que perturba, pero también impulsa, limpia y zarandea conciencias. Levante y luna llena pa dar por saco Observa el panorama desde una distancia prudencial, van empataos, intercambian reproches, echan un pulso estéril y entretenido. El avaricioso rey de las apuestas ajusta las cuentas, dicen que el tiempo frenará en seco en un momento dao, adivine el minuto exacto y el nombre del reo. El dueño del negocio es el mismo que estampa sus mentiras preferidas en la camiseta, el mismo que paga en dinero moreno. Apenas aparece en las fotos. Lo suyo es echarnos a pelear. Lucha, lucha, lucha.

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